jueves, 12 de febrero de 2015

SARCÓFAGOS DE CARAJIA

Allí donde la neblina cubre las copas de los árboles en la Amazonia, sorprenden los vestigios del antiguo pueblo Chachapoyas: sarcófagos antropomorfos que observan desde el acantilado, inescrutables, al visitante. Conocidos como los habitantes de las nubes, los Chachapoyas representan el encuentro de dos mundos: el andino y el amazónico, y fue en aquellos bosques húmedos de altura donde supieron desarrollar para asombro de la posteridad espacios agrícolas y centros poblados que albergaron a un osado grupo humano venido de los Andes en el siglo IX de nuestra.

Ahora, bajo la coordinación del arqueólogo Federico Kauffmann y el famoso fotógrafo, Martín Chumbe, y la  participación de un equipo interdisciplinario de especialistas y responsable de haber retratado, a un conjunto de catorce sarcófagos nunca antes registrados, el que ahora ha sido bautizado como Pucauhia (cara roja). Ubicados en un acantilado de difícil acceso en San Gerónimo, estos sarcófagos fueron recién dados a conocer.

Veremos entre otros aspectos, acerca del empleo de los khipus por parte de esta cultura, los mismos que fueron usados tanto para las cuentas oficiales como en materia calendárica, está ahí, también, la magnificencia de sitios como Kuelap, centro de poder político religioso, y el Gran Pajatén, impresionante complejo provisto de edificios circulares de piedra, escaleras y terrazas.
Junto a estos sitios, el cerro Las Cruces y Vira Vira conforman también el legado arquitectónico de este pueblo que hasta ahora maravilla con la obstinada presencia, a pesar de la erosión y el paso del tiempo, de aquellos sarcófagos antropomorfos conocidos como purunmachus: manifestación de sus patrones funerarios que evidencian, a través de la momificación, la devoción que tenían hacia sus muertos, así como la creencia de que la vida en el otro mundo dependía de la correcta conservación de sus cadáveres. Igualmente, tallas antropomorfas conocidas como los pinchudos, y los mausoleos de la Laguna de las Momias, Revash y Tingorbamba completan el repertorio mortuorio de esta cultura cuyos dominios exactos no se conocen con certeza, pero de la que se sabe que abarcaba desde las estribaciones de la cordillera andina hasta el Marañón.

La cultura Chachapoya fue básicamente una adaptación de cultura andina, afirma Kauffmann, y están ahí para confirmar la hipótesis aquellos ceramios de clara influencia incaica: cántaros y aríbalos con decoración geométrica y, también, zigzags que hablan del culto a la serpiente. Además, piezas textiles, cabezas clavas, pintura rupestre y diversas representaciones figurativas que incluyen aves y mujeres en posición de alumbramiento terminan de componer el registro artístico de este pueblo que supo vencer las inclemencias del territorio ocupado en medio de un infinito verdor.

Museo de las Momias (Leymebamba)
El Museo Leymebamba alberga las más de 200 momias y sus ofrendas funerarias, recuperadas en 1997 de la Laguna de los Cóndores. Su visita es muy recomendable para entender mejor la cultura Chachapoyas y su mundo funerario.



























                                         





        

  
  

                                        




                                     






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