Allí donde la neblina
cubre las copas de los árboles en la Amazonia, sorprenden los vestigios del
antiguo pueblo Chachapoyas: sarcófagos antropomorfos que observan desde el
acantilado, inescrutables, al visitante. Conocidos como los habitantes de las
nubes, los Chachapoyas representan el encuentro de dos mundos: el andino y el
amazónico, y fue en aquellos bosques húmedos de altura donde supieron
desarrollar para asombro de la posteridad espacios agrícolas y centros poblados
que albergaron a un osado grupo humano venido de los Andes en el siglo IX de
nuestra.
Ahora, bajo la
coordinación del arqueólogo Federico Kauffmann y el famoso fotógrafo, Martín
Chumbe, y la participación de un equipo
interdisciplinario de especialistas y responsable de haber retratado, a un
conjunto de catorce sarcófagos nunca antes registrados, el que ahora ha sido
bautizado como Pucauhia (cara roja). Ubicados en un acantilado de difícil acceso
en San Gerónimo, estos sarcófagos fueron recién dados a conocer.
Veremos entre otros
aspectos, acerca del empleo de los khipus por parte de esta cultura, los mismos
que fueron usados tanto para las cuentas oficiales como en materia calendárica,
está ahí, también, la magnificencia de sitios como Kuelap, centro de poder
político religioso, y el Gran Pajatén, impresionante complejo provisto de
edificios circulares de piedra, escaleras y terrazas.
Junto a estos sitios,
el cerro Las Cruces y Vira Vira conforman también el legado arquitectónico de
este pueblo que hasta ahora maravilla con la obstinada presencia, a pesar de la
erosión y el paso del tiempo, de aquellos sarcófagos antropomorfos conocidos
como purunmachus: manifestación de sus patrones funerarios que evidencian, a
través de la momificación, la devoción que tenían hacia sus muertos, así como
la creencia de que la vida en el otro mundo dependía de la correcta
conservación de sus cadáveres. Igualmente, tallas antropomorfas conocidas como
los pinchudos, y los mausoleos de la Laguna de las Momias, Revash y Tingorbamba
completan el repertorio mortuorio de esta cultura cuyos dominios exactos no se
conocen con certeza, pero de la que se sabe que abarcaba desde las
estribaciones de la cordillera andina hasta el Marañón.
La cultura Chachapoya
fue básicamente una adaptación de cultura andina, afirma Kauffmann, y están ahí
para confirmar la hipótesis aquellos ceramios de clara influencia incaica:
cántaros y aríbalos con decoración geométrica y, también, zigzags que hablan
del culto a la serpiente. Además, piezas textiles, cabezas clavas, pintura
rupestre y diversas representaciones figurativas que incluyen aves y mujeres en
posición de alumbramiento terminan de componer el registro artístico de este
pueblo que supo vencer las inclemencias del territorio ocupado en medio de un
infinito verdor.
Museo de las Momias (Leymebamba)
El Museo Leymebamba alberga las más de 200 momias y sus ofrendas funerarias, recuperadas en 1997 de la Laguna de los Cóndores. Su visita es muy recomendable para entender mejor la cultura Chachapoyas y su mundo funerario.
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